Las dos partes de esta obra, "Hospital Cantoblanco de Madrid" y "Residencia Rosalba", son un breve relato de la caída y posterior recuperación física y psíquica a través del cual la autora nos descubre su interior, lleno de sentimientos, pero quizá en mayor medida, destapan una Pilar otoñal que sigue viva, muy viva, afanada por convertir en positivo algo tan negativo como un accidente que rompe su cuerpo. Su paso, primero, por un hospital para "repararla" y, después, por un centro de "prueba" y "verificación", son necesarios para su postrera e insegura recuperación y exigen que, ella sola, aunque guiada, debe realizar con disciplina militar, una suerte de ejercicios físicos que para gente más joven resultarían, cuando menos, tediosos, pues no ven esa recompensa cercana que transforme sus cuerpos en algo parecido a aquel Hombre de Vitruvio que para Leonardo representó el canon de la medida perfecta. Pilar SÓLO lucha, sin desfallecimiento, sin ver una salida clara: lucha y vence.