• Cuando el sueño cautiva el día
Vencida la cordura, la edición de estos relatos no tiene otra vocación que la de agrupar lo disperso y presuntuosamente salvarlo de su condición natural, el olvido. Podrá comprobarse que no son más que el ejercicio de la afición a guardar en la memoria las inesperadas, y también las soñadas emociones que depara el curso de la vida. La recuperación de los relatos elegidos sale a la luz del papel por el sincero entusiasmo con que fueron escritos algunos de ellos, y la comprobación personal de que hay algo inmutable en la naturaleza de las emociones que no borra el río de Heráclito, que aprueban su publicación.

Nada singulares son los materiales con los que han sido edificados los diez y diversos relatos que guardan esas páginas. En ellas no hay metafísica, pero sí las inclinaciones de la desigual vida que desnudan sus presencias: la eternidad sucesiva de la que somos parte azarosa y puntual; el amor, una forma de patriotismo que desgasta; la naturaleza y su botánica, que sigue enumerando mis asombros más elementales y el azar, imprescindible dios del cosmos y del caos personal.

Esta miscelánea, que recopila relatos de tan distinto signo, tiene en común la fugaz emoción que en su momento me depararon las sensaciones que describen o que pretenden describir.

Los párrafos finales del Tractus logicophilosophicus de Witgenstein y los párrafos iniciales de Lao-tsé dicen lo mismo: donde se acaba el discurso comienza la mística. Este dictum he podido comprobarlo con modestia en mi intermitente afición a tejer el verso y discernir el relato. Desde la temprana inclinación por la palabra, donde todo el discurso era el lenguaje hasta el asombro por el diálogo de lo minúsculo, donde no hay discurso y tampoco mensaje, hay un reguero de palabras que han desembocado en la contemplación y el fervoroso silencio.

En este viraje literario, el interrogatorio interior ha ido perdiendo la vehemencia de lo cuestionable y ganando la paciencia y el fervoroso silencio donde el personaje es libre y, a veces, se envuelve y también te rige. A la deserción social y la eliminación de su lastre asertivo, le sucede la reafirmación del surrealismo como interpretación cabal de la realidad y la incorporación de la duda como fama de entendimiento y progreso.

En la cronología de los autores que he disfrutado puedo identificar la evolución de mi manera de entender la literatura y acercarme a ella. El abandono y la aceptación incondicional de alguno de ellos han sido radicales. Pero dentro de esta nómina hay un particular canon que ha permanecido inalterable: Baudelaire, Eluard, Apollinaire, Maiakovski y Byron.

Este heterogéneo censo de escritores que han ido perfilando mi identidad de lector está delimitado por J.J. Rousseau y por Jorge Luis Borges. El primero me deparó todas las exaltaciones bucólicas que demandaba mi adolescencia campestre, y el segundo me depara el desdén por la demagogia y el paladar de las palabras.

El desigual conjunto de lectores aludidos me han acercado a la diversidad que puede verse en los diez relatos que he decidido incluir para quien crea conveniente de leerlos.

Azares de la Sierra; Buscando a Borges; El Exceso del Hacedor; El Sueño Menos Esperado de Baichi; La Ceniza de la Tía Luisa; En el Cuartel de Piñero; Eva Rosenthal; Preterido; Tirado Sinamor y Turgulú son los diez relatos que amablemente les ofrezco.

Carlos Castaño Martín


Escribe un comentario

Nota: El HTML no se traduce!
    Malo           Bueno
Captcha

Cuando el sueño cautiva el día

  • Autor:
    Carlos Castaño Martín

  • Código del producto: 7298
  • Colección: Relatos cortos
  • Categoría: Ficción y temas afines, Ficción: general y literaria
  • Temática: Ficción moderna y contemporánea: general y literaria
  • ISBN:
  • Idioma: Español / Castellano